Señor Bocon
Durante mi niñez, mi familia era como una gota
de agua en un gran río, ya que nunca
permanecíamos en un solo lugar por mucho
tiempo. Nos mudamos a Rhode Island cuando
tenía 8 años, y permanecimos ahí hasta que fui
a la Universidad en Colorado Springs.
La
mayoría de mis memorias son de cuando vivía
en Rhode Island, pero hay
fragmentos en mi
mente de los muchos hogares en los que habite, cuando era
mucho más joven.
La mayoría de estas memorias son poco claras
y sin
sentido, pero hay un puñado de ellas que
permanecen tan claras como el vidrio,
como si
hubiesen ocurrido ayer.
Vivíamos en una casa en las afueras de la
bulliciosa ciudad de New Vineyard, Maine.
Recuerdo que, en el día después de mi cumple
años,
tuve una fiebre tremenda. El doctor dijo
que tenía Mononucleosis lo que, para
mí,
significaba mas fiebre y no poder salir a jugar
por al menos, durante tres
semanas.
Estábamos empaquetando para mudarnos a
Pennsylvania, y la mayoría de mis cosas ya
estaban dentro de cajas, dejando mi
cuarto casi
vacío. Mi mama me traía agua mineral y libros
varias veces al día,
los cuales servían como
único entretenimiento durante estas semanas.
No recuerdo exactamente como conocí al Sr.
Bocón.
Creo que fue una semana después de
que diagnosticaron la Mono. Mi primera
memoria de la pequeña criatura fue cuando le
pregunte su nombre. Me dijo que lo
llamara Sr.
Bocón, porque tenía una boca enorme. De
hecho, ahora que lo pienso,
todo en su cara era
enorme en comparación a su cuerpo, pero su
boca, sin duda
era lo más grande.
- Te pareces a un Furby- le dije mientras
miraba
uno de mis libros.
El Sr. Bocón se detuvo y me miro extrañado.
-
¿Furby? ¿Qué es un Furby?- Me pregunto.
- Tú sabes… un juguete peludo con orejas
enormes,
que puedes acariciar y alimentar, casi
como una mascota real.-
- Oh!.. Tú no necesitas uno de esos. No es lo
mismo
que tener un amigo real.-
Recuerdo que el Sr. Bocón desaparecía cada
vez que
mi mamá iba a mi cuarto a verme. Se
ocultaba bajo mi cama y me decía: - No
quiero
que tus papás me vean, tengo miedo de que no
nos dejen jugar juntos.-
No hicimos mucho durante los primeros días. El
Sr.
Bocón, solo veía mis libros, fascinado con
las imágenes e historias. Por ahí
del tercer o
cuarta noches desde que lo conocí, me despertó
con una gran sonrisa
en su rostro.
- Vamos a jugar un nuevo juego,- me dijo. -
Pero
tenemos que esperar hasta después de que
tu mamá venga, porque es un juego
secreto.-
Después de que mi mamá me trajera mas libros
y
refresco, Sr. Bocón se deslizo desde debajo de
la cama y tomo mi mano.
- Tenemos que ir al cuarto que esta al final del
pasillo,- me dijo. Me negué al principio, pero el
Sr. Bocón, insistió hasta que
cedí.
El cuarto en cuestión, no tenía ni muebles ni
tapiz. Lo único que lo distinguía era una
ventana del lado opuesto a la puerta.
El Sr.
Bocón corrió a través del cuarto, y le dio un
firme empujón a la
ventana, dejándola un poco
abierta. Entonces, él me insistió en que mirara
hacia afuera. Aunque estábamos en el segundo
piso de la casa, la caída era más
alta debido a
que estábamos en una colina.
- Me gusta jugar a fingir aquí,- me explico el
Sr.
Bocón. - Finjo que hay un suave y enorme
trampolín allá abajo, y brinco. Si lo
crees con
todas tus fuerzas, vas a ver qué rebotas hasta
arriba, como una
pelota. ¡Quiero que lo
intentes!-
- Es muy alto,- le dije.
- ¡Pero eso es lo divertido! No sería tan
divertido
si fuera una caída corta. De ser así,
mejor si rebotaras en un trampolín real-
- Quizás en otra ocasión,- le dije. - No se si
tengo tanta imaginación. Podría lastimarme.-
La cara del Sr. Bocón se contorsionó con un
gruñido, pero solo por un momento.
Decepcionado, se metió debajo de mi cama,
donde estuvo quieto el resto del día.
La mañana siguiente el Sr. Bocón llego con una
pequeña caja.
- Quiero enseñarte malabares-, me dijo. - Aquí
hay
algunas cosas que puedes usar como
practica, antes de que te de tu primera
lección.-
Miré la caja y estaba llena de cuchillos. - ¡Mis
papas me mataran!,- le grite horrorizado de
que el Sr. Bocón hubiera traído
cuchillos a mi
cuarto.
El Sr. Bocón gruño. - Es divertido jugar con
esto.
Quiero que lo intentes.-
- Aleja la caja de mi, no puedo, me regañarán.
Los
cuchillos no son seguros para jugar.
Las cejas del Sr. Bocón se cerraron, molesto.
Tomo
la caja con los cuchillos, y se metió
debajo de la cama, otra vez durante todo
el día.
Desde ese entonces, empecé a tener problemas
para
dormir. El Sr. Bocón, me despertaba en la
noche diciéndome que había puesto un
trampolín real debajo la ventana, uno enorme
que no podía ver en la oscuridad.
Siempre me
negaba y trataba de volver a dormir, pero el Sr.
Bocón persistía.
Algunas veces, se quedaba a mi
lado hasta el amanecer, animándome a saltar.
Ya
no era tan divertido jugar con él.
Una mañana, mi mama fue hacia mi cuarto, y
me dijo
que tenía permiso de ir a caminar
afuera. Pensaba que el aire fresco sería
bueno
para mí, especialmente después de estar
confinado a mi cuarto por tanto
tiempo. Con
emoción, corrí hacia el patio, esperando poder
sentir el sol en mi
cara. El Sr. Bocón me estaba
esperando.
- Hay algo que quiero que veas,- me dijo. Le
miré
mal, y me respondió: - Es seguro, no pasa
nada, te lo prometo.-
Lo seguí hasta un viejo camino que corría a
través
de los bosques detrás de mi casa.
- Este es un camino importante-, me explicó. -
Tengo muchísimos amiguitos de tu edad, que
cuando estuvieron listos, los llevé
por este
camino, a un lugar especial, todavía no estás
listo, pero algún día,
espero, lo estés.-
Regrese a mi casa preguntándome, que tipo de
lugar
existía más allá de aquel camino.
Aproximadamente dos semanas después de
conocer al
Sr. Bocón, empaquetaron la última
carga de cajas en el camión de mudanzas.
Había considerado en decirle al Sr. Bocón que
me
iba, pero empecé a sospechar de las
intenciones de esa criatura, a pesar de lo
que
me decía. Fue por esta razón que decidí no
mencionar nada de mi mudanza.
Eran la 4:00 am cuando mi papá y yo
estábamos en el
camión. Sentí la mano de mi
papá en mi hombro.
- Esta será la última mudanza lo prometo. Sé
que es
difícil para ti, especialmente estando con
esa enfermedad, una vez que obtenga
mi
promoción, podremos quedarnos en un solo
lugar, y hacer amigos.-
Cuando el camión comenzó a moverse, vi la
silueta
del Sr. Bocón en la ventana de mi
cuarto. Parado, inmóvil, se despidió
lastimosamente con su mano. Y no me despedí.
Años después, regrese a New Vineyard. El
terreno
donde se encontraba mi casa estaba
vacío, a excepción de los cimientos. Resulta
que
la casa se quemo algunos años después de que
yo y mi familia nos fuimos. Por
curiosidad,
busque el camino que el Sr. Bocón me enseño, y
al encontrarlo,
decidí seguirlo.
Una parte de mi esperaba que el Sr. Bocón
saltara
sobre mí de repente, y me espantara
dándome un infarto, pero tenía la sensación
de
que el Sr. Bocón, ya no se encontraba en ese
lugar, como si de alguna manera
el estuviese
atado a la casa que ya no existe.
El camino llevaba a uno de los cementerios de
New
Vineyard. Al ver muchas de las tumbas,
pude darme cuenta que la mayoría,
pertenecía
a niños no mayores de 9 años.

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